sábado, 21 de noviembre de 2015



Verónika Mendoza. No confundir vejez con novedad


"Hay otros que tienen experiencia indultando narcotraficantes, institucionalizando la corrupción, haciendo lobbies a favor de sus clientes en contra del interés ciudadano. Esa experiencia no la tengo ni la quiero tener" (Verónika Mendoza),

En las últimas semanas varias entrevistas en los diversos medios de comunicación en el Perú, han abordado el tema de las candidaturas desde distintos enfoques. Uno de los temas, cuasi recurrentes, ha sido el de la experiencia vs la inexperiencia. Se sostiene que la “experiencia política” es garantía de “éxito de gobernabilidad”. Dentro del escenario político de ancianidades entusiasmadas, con sus senatoriales “experiencias”, se encuentran Pedro Pablo Kuczynski y Alán García, encabezando la lista de reliquias del imaginario arqueológico del folclore político.  Desde esta arista, la juventud es sugerida como signo de “ineptitud”, “riesgo” y peligrosa “improvisación”.

 Esos septuagenarios no recuerdan los históricos inicios del movimiento político peruano del siglo XX. Entre aquellas juventudes emblemáticas que marcaron líneas de pensamiento y compromiso político en medio de anquilosadas y escleróticas representaciones de la época, estuvieron José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre, ¿cómo no recordar las juventudes masacradas -un 23 de Mayo de 1923-  bajo la “dictadura democrática” de Leguía? 


Viejos con experiencia para delinquir contra los intereses nacionales fueron: Nicolás de Piérola (1839-1913), Augusto B. Leguía (1863-1932), Óscar R. Benavides (1876-1945), Manuel A. Odría (1896-1974), Manuel Prado Ugarteche (1889-1967), etcétera. Todos estos personajes, experimentados estadistas-políticos-militares con amplios prontuarios antipatrios, fondos malversados, testaferros, persecución, secuestros, asesinatos, etc.; situación que incrementó las bases inmorales de una caótica identidad institucional la cual perdura hasta las actuales circunstancias. 

Esta suerte de “totalitarismo democrático” fue asegurado por “profesionales” de la política con experiencia antidemocrática; saquearon el Perú sosteniendo que actuaban a favor de los intereses de los “más pobres”; demagogia desmentida por la historia. Avejentados modelos de gobernabilidad basada en la acumulación del poder en manos de pocos y en la distribución de miserias entre las mayorías. El político viejo -¿con experiencia de qué?-, siempre masculino, excluyendo a cualquier otro género, garantizó la estabilidad del que “sabía hacer bien las cosas, sin dejar huellas”. En otras palabras, el saqueo estuvo siempre en manos profesional con experiencia y afines a Washington y los grupos de poder. 

Es este discurso trillado, excluyente, patriarcal, que campea en la arena periodística, y pretende cerrar filas a una opción política censurada como “estatista” y políticamente “derrotada”. ¿De qué le sirvió la juventud al ex presidente Alan García, Alberto Fujimori, Ollanta Humala o Nadine Heredia, si al final nunca fueron ellos quienes gobernaron, más aún terminaron en el banquillo de los acusados? 

Verónika Méndoza tuvo la decencia de renunciar a la coalición política Gana Perú cuando entendió que se habían traicionado los principios que habían llevado a Ollanta Humala a Palacio de Gobierno. “Vero”, persona proba que en sus diez años de actividad política no se le conoce mancha judicial alguna, que la indisponga políticamente. Es ella la que viene siendo sistemáticamente invisibilizada por dudosas encuestas o despreciativamente visibilizada por representar un frente político aliado con los movimientos sociales y los intereses de las mayorías excluidas.
La novedad que acompaña a Verónika Méndoza y el Frente Amplio es aquella que nunca ha tenido la oportunidad de demostrar cuán eficientemente podría ser desde la gobernabilidad. ¿El temor es que ya no se sienten en la mesa de decisiones, lobbies de Washington como USAID, BM, FMI o BID? ¿Qué sean las comunidades nacionales que participen activamente en la toma de decisiones? ¿Qué se haga público las conversaciones de las entidades y funcionarios públicos en donde la ciudadanía pueda seguir de cerca las diversas transacciones? En Estados Unidos las sesiones de las municipalidades son transmitidas en vivo y directo en sus canales estatales respectivos. 

En algunos países de Sudamérica hay presidentes que cada fin de semana rinde cuentas a la nación vía cadena nacional; este puede ser un sano modelo a imitar. ¿Se tiene miedo de transparentar la vida política, y dejar al descubierto el rostro oscuro de una cultura de la impunidad del crimen y la corrupción? De ser así, el problema no es la “falta de experiencia” de Verónika Méndoza o la histórica “izquierda desunida”; el problema radica en la discontinuidad que sufriría la institucionalización de la corrupción y la violencia socio-económicas, con bases legalmente legitimadas en el autogolpe de Estado de 1992 (con la sacramentalización del capítulo económico de la de facta Constitución de la República del Perú). 

No confundir decencia con experiencia, que la historia se encargó de demostrarnos que no siempre son aliadas.  

Editor UNO

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