Verónika Mendoza. No confundir vejez con novedad
"Hay otros que tienen experiencia indultando narcotraficantes,
institucionalizando la corrupción, haciendo lobbies a favor de sus
clientes en contra del interés ciudadano. Esa experiencia no la tengo ni
la quiero tener" (Verónika Mendoza),
En las últimas
semanas varias entrevistas en los diversos medios de comunicación en el Perú,
han abordado el tema de las candidaturas desde distintos enfoques. Uno de los
temas, cuasi recurrentes, ha sido el de la experiencia vs la inexperiencia. Se
sostiene que la “experiencia política” es garantía de “éxito de
gobernabilidad”. Dentro del escenario político de ancianidades entusiasmadas,
con sus senatoriales “experiencias”, se encuentran Pedro Pablo Kuczynski y Alán
García, encabezando la lista de reliquias del imaginario arqueológico del
folclore político. Desde esta arista, la
juventud es sugerida como signo de “ineptitud”, “riesgo” y peligrosa
“improvisación”.
Esos
septuagenarios no recuerdan los históricos inicios del movimiento político
peruano del siglo XX. Entre aquellas juventudes emblemáticas que marcaron
líneas de pensamiento y compromiso político en medio de anquilosadas y
escleróticas representaciones de la época, estuvieron José Carlos Mariátegui y Víctor
Raúl Haya de la Torre, ¿cómo no recordar las juventudes masacradas -un 23 de
Mayo de 1923- bajo la “dictadura
democrática” de Leguía?
Viejos con
experiencia para delinquir contra los intereses nacionales fueron: Nicolás de
Piérola (1839-1913), Augusto B. Leguía (1863-1932), Óscar
R. Benavides (1876-1945), Manuel A. Odría (1896-1974), Manuel Prado Ugarteche
(1889-1967), etcétera. Todos estos personajes, experimentados estadistas-políticos-militares
con amplios prontuarios antipatrios, fondos malversados, testaferros,
persecución, secuestros, asesinatos, etc.; situación que incrementó las bases inmorales
de una caótica identidad institucional la cual perdura hasta las actuales
circunstancias.
Esta suerte de
“totalitarismo democrático” fue asegurado por “profesionales” de la política con
experiencia antidemocrática; saquearon el Perú sosteniendo que actuaban a favor
de los intereses de los “más pobres”; demagogia desmentida por la historia. Avejentados
modelos de gobernabilidad basada en la acumulación del poder en manos de pocos
y en la distribución de miserias entre las mayorías. El político viejo -¿con
experiencia de qué?-, siempre masculino, excluyendo a cualquier otro género, garantizó
la estabilidad del que “sabía hacer bien las cosas, sin dejar huellas”. En
otras palabras, el saqueo estuvo siempre en manos profesional con experiencia y
afines a Washington y los grupos de poder.
Es este
discurso trillado, excluyente, patriarcal, que campea en la arena periodística,
y pretende cerrar filas a una opción política censurada como “estatista” y
políticamente “derrotada”. ¿De qué le sirvió la juventud al ex presidente Alan García,
Alberto Fujimori, Ollanta Humala o Nadine Heredia, si al final nunca fueron ellos
quienes gobernaron, más aún terminaron en el banquillo de los acusados?
Verónika
Méndoza tuvo la decencia de renunciar a la coalición política Gana Perú cuando
entendió que se habían traicionado los principios que habían llevado a Ollanta
Humala a Palacio de Gobierno. “Vero”, persona proba que en sus diez años de
actividad política no se le conoce mancha judicial alguna, que la indisponga
políticamente. Es ella la que viene siendo sistemáticamente invisibilizada por
dudosas encuestas o despreciativamente visibilizada por representar un frente
político aliado con los movimientos sociales y los intereses de las mayorías
excluidas.
La novedad que
acompaña a Verónika Méndoza y el Frente Amplio es aquella que nunca ha tenido
la oportunidad de demostrar cuán eficientemente podría ser desde la
gobernabilidad. ¿El temor es que ya no se sienten en la mesa de decisiones,
lobbies de Washington como USAID, BM, FMI o BID? ¿Qué sean las comunidades
nacionales que participen activamente en la toma de decisiones? ¿Qué se haga
público las conversaciones de las entidades y funcionarios públicos en donde la
ciudadanía pueda seguir de cerca las diversas transacciones? En Estados Unidos
las sesiones de las municipalidades son transmitidas en vivo y directo en sus
canales estatales respectivos.
En algunos países
de Sudamérica hay presidentes que cada fin de semana rinde cuentas a la nación
vía cadena nacional; este puede ser un sano modelo a imitar. ¿Se tiene miedo de
transparentar la vida política, y dejar al descubierto el rostro oscuro de una
cultura de la impunidad del crimen y la corrupción? De ser así, el problema no
es la “falta de experiencia” de Verónika Méndoza o la histórica “izquierda
desunida”; el problema radica en la discontinuidad que sufriría la institucionalización
de la corrupción y la violencia socio-económicas, con bases legalmente
legitimadas en el autogolpe de Estado de 1992 (con la sacramentalización del
capítulo económico de la de facta
Constitución de la República del Perú).
No confundir
decencia con experiencia, que la historia se encargó de demostrarnos que no
siempre son aliadas.
Editor UNO
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