martes, 22 de diciembre de 2015



Las sufragistas
Rocío Silva Santisteban
La República, 22 de diciembre, 2015

Una extraordinaria película para nosotras las mujeres está pasando desapercibida por nuestras salas de cine. Se trata de la historia de las sufragistas británicas, aquellas mujeres herederas de la modernidad (hijas del liberalismo y del socialismo al mismo tiempo) que lucharon por los principios de libertad e igualdad.
Las sufragistas, película dirigida por Sarah Gravon y protagonizada por Carey Mulligan, Helena Bonham-Carter y Meryl Streep, es una ficción con base histórica que muestra la lucha por el voto femenino encarnada por mujeres de todas las clases sociales,
sobre todo aquellas de la clase trabajadora. Lavanderas mal pagadas y abusadas por los patrones, ganando 13 chelines a la semana, se levantan solo con su voluntad y sus manos junto con otras mujeres profesionales, para resistir frente a la represión policial. Carcelería, huelgas de hambre, espionaje, alimentación forzada y sobre todo denostación pública de sus actividades: eso se muestra con crudeza en la película.
Algunos años antes de que se iniciara la Comuna de París, en 1867 y en Inglaterra, se formó la Sociedad Nacional por el Sufragio de la Mujer, institución que pasó por tres etapas: 1) reivindicación de libertad, propiedad y sufragio; 2) propuesta de una revolución política; 3) radicalización de esa propuesta a través de acciones y no solo discursos. La película se centra en este último momento y en ella se ve la duda de las sufragistas en torno a varias estrategias: la pacífica, la violenta y la sacrificial. Lamentablemente la última es la que, históricamente, permite la apertura de las dos cámaras del parlamento inglés, para aprobar el voto de la mujer en 1917. Esta interminable lucha por el voto —recién este año 2015 se aprobó la votación de las mujeres en Arabia Saudita— se compone por múltiples batallas ganadas contra la naturalización de la inferioridad de la mujer.
La lucha por el voto es una de las principales luchas del feminismo porque representa la necesidad de sentirnos ciudadanas. En el Perú no olvidemos cuando Haya de la Torre le quitó a Magda Portal la posibilidad de representación del Partido Aprista habiendo sigo escogida por unanimidad, aduciendo que no era “ciudadana” porque las mujeres no votaban en 1948. Portal, una de las formadoras del Apra a nivel continental, renunció al partido por tal cruel imposición habiendo sido encarcelada, desterrada y perseguida por ser aprista. Una historia como para otra película.
Si desde Stuart Mill y su esposa Harney Tylor (1850), hombres progresistas y mujeres valientes lucharon por este reconocimiento de paridad, aún hoy en nuestro país falta mucho por hacer. Por ejemplo, ¿las listas de congresistas podrán cumplir con la alternancia y la paridad de género? La necesidad de estar representadas, desde todos los tintes políticos, es de justicia ciudadana. Eso no implica que solo las mujeres puedan representar mejor a mujeres. Como lo he dicho antes, yo no me siento representada por mujeres autoritarias y fascistas en sus métodos y sus objetivos.
Tampoco me siento representada por mujeres que traicionan sus ideales y más bien, personalmente, me duele tremenda decepción. A pesar de que Lourdes Flores representa lo opuesto de lo que yo pienso, la respetaba; sin embargo, hoy, aliada a su denostador Alan García, se cae a un abismo. ¡Y Susana Villarán con Urresti! ¿Qué podemos decir los ex SE de la CNDDHH? ¡Tremenda inconsecuencia con su trayectoria de defensora de DDHH! Urresti no solo está procesado por el caso Bustíos, sino que sobre él penden otras acusaciones de violaciones de derechos humanos en Madre de Dios durante las interdicciones de 2014. ¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo? No, así no se hace política. 

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