VERÓNIKA
2016: PRENDE LA ESPERANZA
Por Claudia Cisneros
Diario La Republica[1]
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Claudia Cisneros |
Algo
comienza a cambiar con Verónika Mendoza en el horizonte político. Su presencia
adecenta la política y empieza a encender el ánimo y la esperanza de muchos que
nos resistíamos a la condena de optar por el repudio menor.
Conocí
a Verónika Mendoza en Twitter, cuando comenzamos a coincidir en apoyo a los
vapuleados Pueblos Indígenas. Yo, desde mi activismo ciudadano y como
periodista; ella, desde su vocación política y como congresista.
Pocos
congresistas como ella suelen hacer justicia a su mandato de representación. Me
comencé a fijar en sus defensas, acciones, exigencias y posiciones de principio
(atendiendo y escuchando a otros con respeto) en defensa del Estado de Derecho,
las causas sociales justas o llamando a la mesura sin capitular a sus
convicciones. Llamó mi atención la dulzura de su aspecto en contraste con la
contundencia de sus reclamos sociales y exigencia de buena praxis política.
Recordé que fue de las primeras en renunciar al partido de gobierno, en plena
efervescencia del poder Humala-Heredia y cuando la mayoría de sus
correligionarios les rendían pleitesía o callaban frente a abusos del gobierno.
A los 11 meses, Verónika Mendoza, cusqueña, informó públicamente su renuncia al
partido por su absoluto desacuerdo con el autoritarismo y atropello con el que
el premier Óscar Valdés enfrentaba el conflicto en Espinar, Cusco.
“En un
país como el nuestro, en pleno siglo 21, es inadmisible, inaceptable, que
gente, campesinos, campesinas tengan que morir en nombre de un supuesto
desarrollo económico por reclamos no atendidos oportunamente que significó la
muerte de 3 personas. No se podía pasar por alto.” Al fin alguien que sin
rechazar las inversiones, sin condenar los proyectos per se, repudiaba
públicamente –y en contra de su propio gobierno– la arbitrariedad y el abuso
para imponer una actividad extractiva a costa de vidas a las que decían
beneficiar. Por fin una voz sensata que denunciaba –sin azuzar pero fuerte y
claramente– que la vida de la gente no puede valer menos que cualquier monto de
inversión. Más si el conflicto pudo evitarse de haber sido abordado por el
gobierno con tiempo y honestidad, respetando las dudas y temores de los
pobladores y con ánimo de construir confianza entre las 3 partes (gobierno como
garante del cumplimiento de acuerdos, y no como juez y pro empresa como suele
replicarse en casi todos los conflictos similares). Una joven política decidía,
en defensa de la gente, desligarse del poder del grupo dominante; que entendía
que la lealtad primera de un político es con la ciudadanía y actuaba acorde aun
a costa de perder su espacio de poder.
Porque
hasta la náusea estamos de políticos manoseando la democracia y degradándola.
De esos y esas que creen que recitando palabras inesperadas en Harvard habrán
cambiado la realidad de su vigente complicidad con la corrupción y delitos de
su líder, a quien siguen apañando; de la candidata que rodeada de los mismos
dinosaurios incivilizados (algún@s soeces y cobardes) sigue desconociendo la
ley y la justicia impuestas a su líder por asesinato y robo tras un impecable
juicio a nivel nacional e internacional. Enfermos estamos de políticos que
siguen sumando a su currículum de viejas denuncias por corrupción (que nunca
enfrentó porque huyó del país hasta que prescribieran), las acusaciones de
ordenar asesinar a presos rendidos, procurar que la plata llegue sola para
Cristos y faenones, ordenar reprimir a balazos la justa protesta de nativos
abusados en sus territorios (y a los que considera de 2da clase), y al que
ahora se acusa de vínculos con el narcotráfico (tras el festival de
narcoindultos a puño y letra). Hastiados estamos de quienes usan la política
para beneficiar a empresas perjudicando al ciudadano, como el candidato que
quiere pasar por inofensivo gringo cuando esconde gruesa piel de lobista de
interés empresarial por sobre el del país. “No privilegió los intereses
nacionales sino los de sus clientes como Consorcio Camisea, Hunt Oil y otros
que los cusqueños conocemos bien”, ha recordado la candidata a la presidencia
Verónika Mendoza del PPK que fue ministro y ahora quiere ser presidente.
Algo
comienza a cambiar con Verónika Mendoza en el horizonte político. Su presencia
adecenta la política y empieza a encender el ánimo y la esperanza de muchos que
nos resistíamos a la condena de optar por el repudio menor. La honestidad,
firmeza, sensibilidad, inteligencia y auténtica vocación por el otro que ha
mostrado en cada acto desde su rol de congresista, me alienta a seguir creyendo
que en el Perú aún es posible que las cosas estén mejor, no solo en cifras (que
siendo necesarias no resuelven nuestros profundos problemas), sino también en
bienestar y paz social. Algo está cambiando para bien en la política y ese
cambio se llama Verónika Mendoza.
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