PERÚ:
HUMANIZANDO LA DEMOCRACIA
Por Editor
5
En este nuevo enmarañado escenario político peruano, ¿tiene el
Frente Amplio la posibilidad de consolidar una perspectiva política-jurídica-económica
alternativa a la impuesta por más de 30 años en el Perú oleada y sacramentada
en el auto golpe de Estado de 1992 cuya política constitucional del cuestionado
régimen de facto persiste hasta la actualidad?
El
rostro mercantil de la democracia en el Perú pareciera haber llegado a su
estado de excelencia. La banalización de la vida política; la proliferación del
sinsentido integral de todo tipo de existencia reduciéndola al intercambio de
mercancías y la consolidación de la violencia institucionalizada nos demuestra
el fin de un sistema de acumulación y consumo que no puede sostenerse sobre sus
propios pies. Es en este contexto en
donde todo intento de cambiar, no solo el rostro inhumano, sino la completa estructura
del sistema, son acusadas como enemigas del seudo sistema democrático. En el
Perú a inicio de una compleja campaña electoral por el periodo 2016-2021, así
como en medio de un contexto regional cambiante, en donde las alianzas y redes
corporativas de la recalcitrante derecha tecnócrata que luchan por ganar
terreno perdido deseando afianzar el
caduco y desacreditado sistema neoliberal, pareciera vislumbrarse en el Perú la
posibilidad de darle un giro trascendental al timón político cambiando el
piloto automático neoliberal por propuestas sensibles a las necesidades de las
grandes mayorías y esto será la eterna pesadilla de la tecnócrata derecha
congelada en trasnochadas elucubraciones históricas.
El
único y exclusivo referente histórico del cual se vale la derecha neoliberal
usado como arma demoledora contra cualquier esfuerzo anti-imperialista en el
Perú es el fugaz, pero no menos importante,
periodo del General Juan Velazco Alvarado. Todas las coaliciones comunicativas en
el Perú – al servicio de las grandes corporaciones inteligentemente ocultas
detrás de todo protagonismo – se atrincheran armadas de opiniones en contra de
todo intento de socialismo democrático a favor de devolverle la decencia a la
política peruana. La confabulación comunicativa tiene claro asociar cualquier
intento socialista con un régimen militar que intentó reivindicar al campesinado
históricamente oprimido y recuperar la soberanía nacional de manos de las
corporaciones norteamericanas. Para los grupos de poder en el Perú es más
indignante la expropiación de tierras y nacionalización de recursos energéticos
que políticas genocidas aplicadas en los regímenes de Alan García Pérez y
Alberto Fujimori o escandalosas demandas por corrupción en el haber de
candidatos como Alejandro Toledo, César Acuña y Daniel Urresti acusado del
asesinato al periodista de la Revista Caretas Hugo Bustíos.
La
política de la escasez, el atraso productivo y la fuga migratoria es atribuida
a políticas sociales gestionadas al interior de gobiernos como en Bolivia,
Brasil, Venezuela, Argentina y Ecuador quienes optaron por propuestas
contrarias a las rutas impuestas desde Washington. Los regímenes de Ollanta
Humala en el Perú y Michelle Bachelet en Chile ganaron el
statu gobernativo valiéndose de las fuerzas progresistas para después claudicar
ante las presiones de las corporaciones financieras y grupos familiares
de poder. Es así como siguiendo directrices del Pentágono y su lógica
desarrollista financiera para las fuerzas tecnócratas no existe Nación sin
extractivismo ni tratados de libre comercio. Para estos, todo principio
contrario al
inhumano dogma pragmático de Friedrich von Hayek,
los Chicago Boys, Milton Friedman y al infalible espíritu keynesiano es
estigmatizado como terrorismo y conspirador del orden democrático y constitucional;
consabidas falacias por siempre.
En
este nuevo enmarañado escenario político peruano, ¿tiene el Frente Amplio la
posibilidad de consolidar una perspectiva política-jurídica-económica
alternativa a la impuesta por más de 30 años en el Perú oleada y sacramentada
en el auto golpe de Estado de 1992 cuya política constitucional del cuestionado
régimen de facto persiste hasta la actualidad?
En
medio del más obsceno escenario político jamás visto en la historia republicana
en el Perú en donde todas las mascarás políticas definitivamente cayeron, es de
carácter imperativo que las fuerzas políticas y sociales progresistas aquellas
que se definen por la construcción de un orden democrático de rostro humano y
no mercantilista apuesten por la creación de una Nación democrática al servicio
del pueblo y no contra sus principios soberanos. A todas luces la coalición
política en torno al Frente Amplio no es perfecta; ninguna fuerza política lo es; pero no por ello deja de ser la
alternativa a seguir.
Sabemos
el camino de los tecnócratas; los oscuros senderos desestabilizadores de los
grupos de poder. Aquellas fuerzas que concentran la cadena productiva,
comercializadora y financiera las cuales están dispuestas a todo con tal de
seguir controlando las corroídas instituciones del Estado. Conocemos los manuales
desestabilizadores de regímenes democráticos opuestos a Washington. Paraguay, Venezuela,
Haití y Argentina fueron y siguen siendo víctimas de la más desencarnada
campaña a favor del régimen del Capital corporativo opuesto a los derechos
fundamentales del ciudadano y ciudadana de a pie. Desde la posibilidad de
cambio desde el Perú, el Frente Amplio representada en la figura de Verónika
Mendoza esta transitando caminos de transparencia jamás aplicados en proceso
electoral alguno en 200 años. Estamos viviendo nuevos tiempos en donde métodos
democráticos de participación ciudadana desde la elección de las
representaciones pre-electorales hasta la elección de listas congresales este
próximo 10 de enero de 2016 cuestionan la lógica antidemocrática de procesos
pre y electorales llevados adelante por los grupos de poder favorecidos por las
agencias encuestadoras y medios de comunicación en general. Todas estas
escuálidas expresiones de nuestra débil democracia tienen como base de principios la destrucción
del ser humano y el mundo que nos rodea en aras de la perpetuación del poder en
manos del 1% de la población mundial.
Como
lo reflexiona el teólogo brasileño Leonardo Boff: “Hay un hecho indiscutible y
desolador: el capitalismo como modo de producción y su ideología política, el
neoliberalismo, se han sedimentado globalmente de forma tan consistente que
parecen hacer inviable cualquier alternativa real. De hecho, ha ocupado todos
los espacios y alineado casi todos los países a sus intereses globales. Desde
que la sociedad pasó a ser de mercado y todo se volvió oportunidad de ganancia,
hasta las cosas más sagradas como los órganos humanos, el agua y la capacidad
de polinización de las flores, los estados, en su mayoría, se ven obligados a
gestionar la macroeconomía globalmente integrada y mucho menos a servir al bien
común de su pueblo… El grado de irracionalidad y también de inhumanidad habla
por sí mismos. Vivimos tiempos de barbarie explícita”. [1]
Por
lo referido, desde una visión políticamente vigilante, atenta a no repetir
crasos errores del pasado; los diferentes frentes progresistas, aquellos del rostro
democráticamente humano, tienen la oportunidad y responsabilidad de ser
alternativa ante los deseos de perpetuar el modelo económico basado en la
depredación ambiental y la acumulación de riquezas fieles a desquiciadas
teorías mercantilistas. Teorías que transformaron el sentido del buen vivir en
una simple lógica de intercambio de mercancías a nivel global en donde el ser
humano es uno de sus principales productos de especulación. El Perú tiene la
oportunidad de construir una historia política basada en la decencia. Integridad
en contra de todo intento de banalización y mercantilización de las relaciones
sociales, de comercio y producción. Es tiempo de entender que lo que está en
juego es algo más que pragmáticas, ilusorias e inentendibles cifras de
crecimiento; está en juego la calidad de nuestras vidas, de nuestras familias y
el planeta en su conjunto.
Es
así como la tierra de todas las sangres de José María Arguedas está harta de
infames libretos de rostros inhumanos. Patético escenario en donde la necesidad
de los humildes - históricamente privados de sus derechos - es transformada
cada cinco años en motivo de insensible millonaria campaña de negocios de
índole electoral y de la repartija de inservibles curules congresales. Lo infame
de esta historia es que a este vil juego lo siguen llamando “Democracia”. No
será simple redireccionar la lógica de poder para pocos en una de servicio para
muchos. Los movimientos progresistas sociales y políticos en el Perú no
descansaran hasta lograr reivindicar sus derechos violados sistemáticamente. El
descontento de la población sobre la especulación mafiosa de las candidaturas líderes
en las encuestas solo nos demuestra que propuestas como el Frente Amplio y la
convicción de transformar horizontal y humanamente el Perú vienen creciendo en
el corazón del pueblo más allá de engañosas encuestas y trasnochadas opiniones
periodísticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario