martes, 2 de febrero de 2016



Perú 2016: la Política en crisis refundacional
Por Manuel Dammert
Diario Uno
20/01/16


El poder económico financiero, la plutocracia apátrida, que ya tiene el control del Estado, pretende cerrar el sistema político para imponer el saqueo, la corrupción, y la precarización de la vida. Existe más del 30% del electorado que sigue buscando alternativas de cambio real. Desde este desafío, el Frente Amplio, y las diversas fuerzas populares, progresistas y de izquierda, debemos asumir las responsabilidades con la Patria.

Manuel Dammert
El Congreso, tras extrañas idas y venidas, promulgó la Ley 28094, Ley de Partidos Políticos. Lo hizo el 17 de enero 2016, cuando el proceso electoral ya está en marcha. Se evidencia la crisis de la Política en el Perú. Crisis que es el signo de los desafíos en el periodo cercano a su Bicentenario como Nación el 2021.

Muchos reducen la política a los afanes de los individuos en sus metas personales, y divagan al respecto, obviando el sentido real de la política. El reino de la política es el de la Soberanía, el de la voluntad de poder para resolver los asuntos de una sociedad. Expresa una relación general de fuerzas, entre los poderes económicos, sociales y políticos, desde las cuales debe analizarse las distintas respuestas de los individuos.

En el Perú está en crisis refundacional la política, por una relación estructural de fuerzas. La disyuntiva enfrenta al neoliberalismo apátrida con las fuerzas de la Patria Hermosa. El neoliberalismo y el poder dominante de la plutocracia financiera, vigente desde la dictadura de 1992, pretende instalar su continuidad por varias décadas, e impedir que el poder de la ciudadanía afirme la soberanía de una república para todos. Quieren reducir la patria a un territorio subordinado sin nación, el Estado a una fachada de república sin ciudadanos, y la política a una fachada subordinada al control mediático y al vacío de la institucionalidad política. ¡Patria hermosa Soberana, o Plutocracia apátrida! es el conflicto político que marca este largo periodo hasta el Bicentenario Nacional.

La Ley 30414, de Partidos Políticos, expresa esta crisis. Voté contra ella en su primera aprobación, y di mi voto a favor en la segunda al insistir el Congreso con modificaciones. Esta ley cierra el sistema político actual a la ciudadanía e incorpora pocos mecanismos que en otro marco legal son positivos (elecciones primarias abiertas para elegir candidatos, control de los gastos partidarios). La Ley 30414 perenniza los actuales partidos inscritos, reconocidos por millones de firmas que deambulan sin existencia real. Les permite continuar participando elección tras elección, en las más abigarras mezclas de apetitos, y dándoles aportes del dinero público. Al mismo tiempo, cierra el sistema político, elevando a 4% del patrón electoral los adherentes, cuyas firmas deben pagar para registro. Y deja sin derechos políticos nacionales a movimientos regionales y locales. Deja intacto el poder mediático, altamente concentrado, que se ha afirmado como un “partido” regulador, y que buscan manejar al pueblo, por las emociones y fantasías de la política reducida al espectáculo.

El poder económico financiero, la plutocracia apátrida, que ya tiene el control del Estado, pretende cerrar el sistema político para imponer el saqueo, la corrupción, y la precarización de la vida. Existe más del 30% del electorado que sigue buscando alternativas de cambio real. Desde este desafío, el Frente Amplio, y las diversas fuerzas populares, progresistas y de izquierda, debemos asumir las responsabilidades con la Patria.

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