Un pura sangre
Por Diario UNO el
marzo 24, 2016
Manuel González Prada se burlaba de los desbordes racistas
en el Perú. En uno de sus ensayos fustigó las pretensiones raciales de la
oligarquía peruana. Cuando entro a una reunión de esa casta saludo a todas las
razas, dijo. También los prejuicios plebeyos le disgustaron. Así lo expresó en
tono festivo:
Aquí yace Juan Mondongo
de pura raza latina.
Su abuelo vino del Congo,
Su madre llegó de China.
Nos ha salido, sin embargo, un candidato presidencial que
descalifica a dos de sus contendores por no tener en sus venas ni una gota de
sangre peruana. Se refiere a Keiko Fujimori y a Pedro Pablo Kuczynski. Ambos
son, en efecto, hijos de padre y madre extranjeros.
Quien esto escribe es contrario a esos dos candidatos, pero eso
no tiene que ver con la corriente sanguínea, sino con la corriente de ideas. No
es serio, es idiota, exigir a los políticos pureza de sangre (peruana). El ser
humano, a diferencia de los animales, no puede ser evaluado por su pedigree. No
somos caballos, ni perros. No seamos animales.
Sabido es que Ricardo Palma, quien padecía pujos racistas,
escribió que en el Perú “el que no tiene de inga, tiene de mandinga”. Él tenía
de mandinga.
Difícil es calibrar a las personas, no solo a los políticos,
por su pureza de sangre. El racismo tiene antecedentes criminales. Hitler quiso
implantar el reino mundial de la raza aria, para lo cual había que eliminar a
las razas inferiores, sobre todo la judía. Al final, el derrotado fue él,
aunque sus ideas tienen herederos en Israel, en los Estados Unidos (en el
candidato presidencial Donald Trump y en los policías blancos que asesinan
negros).
José Carlos Mariátegui y Hugo Pesce expusieron en El problema
de las razas en América Latina ideas fundamentales, que Alan García no puede
asumir. He aquí un párrafo:
“En estos países el factor raza se complica con el factor
clase en forma que una política revolucionaria no puede dejar de tener en
cuenta. El indio quechua o aymara ve su opresor en el “misti”, en el blanco. Y
en el mestizo, únicamente la conciencia de clase es capaz de destruir el hábito
del desprecio, de la repugnancia por el indio”.
Fernand Braudel, el gran historiador francés, precisó que en
algunos países de América el pueblo llama “blancos” a todos sus explotadores.
García es, en este sentido, un blanco pura sangre.
Y no olvidemos que un hombre blanco, José María Arguedas,
llamó a asentar al Perú como un país de todas las sangres.
César Lévano
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